Por Nacho Pata (Los Patita de Perro – México)
¿De qué se ríen los niños? ¿De qué se ríen los adultos? ¿De qué se ríen los viejitos? ¿Qué le causa gracia a un Argentino, a un Colombiano o a un Mexicano? ¿Qué hace reír a un Chino, a un Sueco o a un Africano? ¿Por qué solamente los seres humanos podemos reír y no los animalitos aunque estén felices?
Ahhhh, pues esa respuesta tiene su “chiste”.
Resulta que los seres humanos tenemos una mente ágil y flexible que utiliza el humor para reinterpretar el mundo y encontrarle el lado gracioso a muchas cosas, incluso en los malos momentos.
Es por eso, que depende de la información y la cultura de cada ser humano, de su entorno, de su educación, de su edad, de su región y hasta de su personalidad o su estado de ánimo, lo que le cause gracia. (Por eso no le da risa lo mismo a un niño colombiano de una ciudad grandota como Bogotá, que a un viejito campesino musulmán de Pakistán, ¿verdad?)
Por ejemplo, si un señor va sentado frente a nosotros en el transporte, y de repente estornuda y se le sale un moco hasta la boca, seguramente para nosotros, los Mexicanos o los Colombianos vamos a morir de risa (aunque nos dé asco, ¿cierto?). Pero tal vez en otras culturas, sea algo molesto o incluso hasta grosero.
Si el novio de tu hermana mayor se parece a la cara de tu perro, pues siempre que lo veas te va a dar risa (cuando veas al novio, y cuando veas al perro).
Si en la ceremonia de la escuela te toca decir el discurso de honores a la bandera, pero en ese momento te da comezón en la colita y no te puedes rascar, no te podrás concentrar y seguramente vas a caminar algo raro de regreso a tu lugar ¡Pero con la dignidad intacta!
Otro ejemplo es que hay gente a la que le gustan los payasos, hay otros que les dan miedo, hay a quienes les causan tristeza, todo es relativo y para todo hay gustos.
Y así, el sentido del humor es como un músculo que hay que estar ejercitando constantemente, porque sino, nos puede ganar la amargura o la tristeza.
Digamos que es un mecanismo de defensa de las mentes ágiles ante las cosas malas. Los niños lo tienen por naturaleza, pero se va perdiendo a lo largo de los años y con los problemas de la vida. Siin embargo, como les digo, hay que trabajarlo siempre y reírnos mucho, hasta de las peores situaciones, reírnos de nosotros mismos, reírnos con los amigos, reírnos con todos (no de todos).
Solo los seres humanos tenemos esa capacidad de reír y modificar nuestros pensamientos, así que hay que aprovecharlo y reírnos mucho de la vida; al fin y al cabo, no vamos a salir vivos de ella.
Nacho Pata
Puebla, México. 2021.